Uno de las principales razones que llevan al fracaso escolar puede ser un problema de visión que no ha sido corregido. De hecho, una mala visión es responsable de un tercio de los casos de fracaso escolar, según los datos del Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas.
Esto es así porque los niños que no ven correctamente se distraen más en clase, se interesan menos por las explicaciones del profesor y presentan dificultades para leer. Si a ello sumamos el hecho de que cuanto antes se detecte un problema de visión, más fácil será corregirlo; la importancia de las revisiones oftalmológicas tempranas queda clara.
Los expertos recomiendan realizar una primera revisión a los 6 meses de edad y, si no se detectan anomalías, programar una segunda cuando el niño cumpla los 3 años. De hecho, es recomendable que esta segunda revisión oftalmológica tenga lugar antes de que el pequeño comience el colegio. ¿Por qué? Precisamente para detectar posibles problemas de visión que puedan afectar a su rendimiento académico.
Es más, a medida que el niño crece, acudir a revisión cada dos años, y coincidiendo con la vuelta al cole, es fundamental para prevenir el fracaso escolar. Cuando el menor comience la escuela secundaria, las revisiones deben ser más frecuentes, una cada año, ya que es entonces cuando suelen aparecer los primeros síntomas de la miopía.
Este tipo de revisiones oftalmológicas suelen consistir en un examen de agudeza visual, y pueden complementarse con más pruebas que puedan detectar patologías crónicas, congénitas o hereditarias.
Aparte de acudir al oftalmólogo, los padres y cuidadores deben estar atentos ante la aparición de señales que indican un problema de visión. Una de las más habituales es el dolor de cabeza, pero los niños que no ven bien pueden presentar otros síntomas como:
Los problemas visuales más comunes en los niños, y que pueden afectar de forma negativa en su rendimiento escolar, son:
La necesidad de acudir a una revisión oftalmológica antes de la vuelta al cole no solo se debe a la estrecha relación entre visión y rendimiento académico, sino también a la posibilidad de corregir posibles problemas visuales. El ojo vago o ambliopía, por ejemplo, tiene solución siempre y cuando se detecte a tiempo y se aplique un tratamiento específico. De este modo, evitamos que los más pequeños de la casa arrastren anomalías en su visión desde la edad más temprana.