¿Sabías que la vitamina K disminuye el riesgo de cataratas? De acuerdo con un estudio llevado a cabo por investigadores del CIBEROBN, la Unidad de Nutrición Humana de la Universitat Rovira i Virgili y el Instituto de Investigación Sanitaria Pere y Virgili y que ha sido dirigido por Mònica Bulló y Jordi Salas, incluir en la dieta diaria hortalizas de hoja verde y verduras, puede disminuir el riesgo de sufrir cataratas casi en un 30%.
Beneficios de la vitamina K:
- La vitamina K es una importante vitamina liposoluble que desempeña funciones importantes en la protección del corazón, desarrollo de los huesos, optimiza los niveles de insulina y ayuda a que se coagule apropiadamente.
- La vitamina K es un importante componente de la vitamina D en las que la mayoría de los occidentales somos deficientes.
- De los tres tipos de vitamina K, la vitamina K2 es la mejor forma de tomar. La fuente ideal son los alimentos fermentado (como el natto), pero debe ser consumido con grasa para que el cuerpo pueda absorberla.
- Tener suficiente vitamina K es importante para prevenir enfermedades cardiacas, osteoporosis, diabetes, múltiples tipos de cáncer, e incluso enfermedad de Alzheimer, entre otros.
¿Qué son las cataratas?
Con el paso de los años, el cristalino, la lente natural del ojo, cuya función principal es enfocar la luz sobre la retina, va perdiendo transparencia y volviéndose amarillenta y turbia. Como consecuencia de esto, la persona que padece cataratas presenta algunas dificultades visuales como visión borrosa, sensibilidad a la luz y al deslumbramiento, percepción desvanecida de los colores, halos alrededor de las luces, etc.
Esta patología visual asociada al envejecimiento empieza a manifestarse a partir de los 55 años y se calcula que casi 3 de cada 4 personas mayores de 75 años la padecen. En sus primeros estadios, sus síntomas pueden corregirse aumentando la luz cuando se realizan actividades en el plano cercano y, también, mediante el uso de gafas graduadas de vista o sol. Cuando las cataratas avanzan, generando problemas molestos de visión que interfieren en tareas cotidianas, es recomendable llevar a cabo una sencilla intervención en la que se sustituye el cristalino opaco por una lente artificial. Las cataratas no corregidas son, según la Organización Mundial de la Salud, la primera causa de ceguera en el mundo. El riesgo de cataratas aumenta en las personas que padecen diabetes tipo2, obesidad y, también, en aquellas que consumen tabaco y alcohol.
De acuerdo con trabajos previos, la oxidación y la inflamación son mecanismos que podrían tener un papel relevante en la formación de cataratas. La vitamina K es una sustancia con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que, además, está relacionada con el metabolismo de la glucosa y la insulina. El equipo de investigación trabajó sobre la hipótesis de que el consumo habitual de esta vitamina se podría asociar con un menor riesgo de cataratas en una población mediterránea de gente mayor.
Al final del estudio, los investigadores documentaron un total de 768 cataratas aparecidas en el transcurso de la investigación. Los resultados confirmaron que las personas en cuya dieta había una mayor consumo de vitamina K, presentaban un menor riesgo de sufrir cataratas, casi un 30% menos de riesgo en comparación con los individuos que tomaban menos. Estudios previos habían observado este efecto en ratones, esta es la primera investigación que confirma los resultados en seres humanos.
¿Dónde se encuentra la vitamina K?
La preciada sustancia se encuentra, principalmente, en hortalizas de hoja verde (col, espinaca, hojas de nabos, col rizada, acelga, perejil, lechuga…) y verduras crucíferas (coles de Bruselas, brócoli, coliflor y repollo) y la K2 en los alimentos fermentados como hemos dicho al principio.
Ahora ya lo sabes, procura incluir en tu dieta verduras crucíferas y de hoja verde, ricas en vitamina K; además de ser buenas para el organismo en general ayudarán a tus ojos a prevenir problemas visuales como las cataratas, una patología asociada a la edad que empieza a manifestar sus primeros síntomas a partir de los 55 años.