Las lentes de las gafas han experimentado una evolución sorprendente en las últimas décadas. Hasta hace relativamente poco, todas ellas estaban realizadas en cristal mineral, un material duro, muy resistente al rayado y con excelentes cualidades ópticas pero que es poco maleable, tiene mucho peso y se rompe con facilidad ante el menor golpe.
En el año 1954, Essilor lanza Orma, la primera lente orgánica que se comercializa en el mercado, realizada en un material llamado CR39. Las lentes orgánicas son mucho más ligeras y maleables que las de cristal, por lo que resultan más cómodas y pueden satisfacer las diferentes necesidades visuales de más personas. Son también más resistentes a los golpes que las de cristal pero, como contrapartida, resultan más sensibles al rayado. Para contrarrestar este hándicap, las lentes Essilor cuentan con tratamientos endurecedores que las hacen muy resistentes. No obstante, es muy importante que cuides las lentes de tus gafas y que no le dejes todo el trabajo al tratamiento anti-rayado.
Consejos para mantener tus lentes en buen estado
- Evita descuidos. La mayoría de las veces, las lentes se rayan porque las has puesto en un riesgo innecesario. Para asegurarte de que están “a salvo”, es fundamental que las guardes en su estuche cuando no las estás usando. Si, por ejemplo, las pones en la mesa o te las colocas en la cabeza, el riesgo de que se caigan (o se rayen), aumenta peligrosamente. Lo ideal es que las guardes en un estuche rígido, junto a su gamuza, para que estén bien protegidas. Si eliges un estuche más flexible, de tela por ejemplo, asegúrate de que al plegarlas las varillas no rozan con las lentes ya que, el roce con las mismas podría rayarlas por dentro. Si usas estos estuches blandos, evita guardarlas en el bolsillo, porque la montura puede aplastarse contra las lentes, o el bolso, porque se pueden salir y arañarse con algo que lleves en su interior, como las llaves, por ejemplo.
- Trátalas con cuidado. Procura limpiarlas siempre con una gamuza suave y productos adecuados para ello y, a ser posible, nunca las limpies en seco. Si no tienes a mano ningún líquido específico para limpiar las gafas, lo mejor es que lo hagas con agua del grifo y jabón de lavavajillas; el agua corriente hará que se desprendan las partículas potencialmente “rayantes” y el jabón ayudará a eliminar restos de grasa que pueden atraer polvo o arenilla. Para secarlas, utiliza un paño suave y limpio y no se te ocurra usar el secador. Si limpias tus lentes en seco, el riesgo de arañazos es muy alto ya que, aunque las “soples” antes, es posible que haya alguna partícula adherida a la lente. Si usas productos agresivos como alcohol, acetona o colonia, puedes deteriorar los tratamientos de las gafas (anti-rayado, anti-polvo, anti-reflejos…), además de poner en peligro el material con el que está hecha la montura.
- Desconfía de consejos no profesionales. Seguro que más de una vez has escuchado alguna sorprendente sugerencia para solucionar molestos arañazos. No te los creas. Cuando las lentes se deterioran, lo único que puedes hacer es acudir a tu óptico-optometrista para que valore los daños y la necesidad, o no de hacer unas lentes nuevas. Salvo casos excepcionales, lo normal es que las lentes empiecen a deteriorarse cuando ya tienen un tiempo y su usuario ha dejado de mimarlas como cuando estaban nuevas. Si ese es tu caso, aprovecha tu visita al óptico para hacer una nueva revisión visual y comprobar que tu graduación no ha cambiado.