El más común es la ambliopía (ojo vago), pero entre las alteraciones más frecuentes están también la miopía, el astigmatismo, la hipermetropía y el estrabismo. Por ello es muy importante detectar si tu hijo ve bien.
1. Frunce el ceño y entorna los ojos para enfocar de lejos.
2. Se acerca mucho a los libros, al ordenador o a la televisión.
3. Se cansa rápido cuando lee o escribe; lagrimea; no se concentra.
4. Tropieza, se le caen las cosas...
5. Le molesta mucho la luz.
6. Cierra un ojo para mirar.
7. Picor, párpados enrojecidos...
8. Frecuentes dolores de cabeza.
1. Dibuja una E grande, ponla en cuatro posiciones y pregunta a tu hijo, situado a 3 metros, hacia dónde salen las “patitas” de la E.
2. Pídele que se tape un ojo, sin apretar, y dibuje un círculo. Debe hacerlo igual tapándose el otro.
3. Con un ojo tapado, pídele que deletree el título de algunos libros de su estantería, a 3 metros. Luego con el otro. Si tiene algún problema se pondrá nervioso o entornará el ojo que tiene destapado.
1. Llévale a revisiones anuales con el optometrista y el oftalmólogo.
2. Vigila que alterne tareas de lejos y de cerca para evitar la fatiga visual.
3. No le dejes ver la tele en un cuarto a oscuras ni a menos de 1,5 metros.
4. Comprueba que tiene una buena iluminación, que no le haga sombra, para dibujar, escribir o leer.
5. Vigila sus posturas al hacer tareas de cerca. Corrígele y fíjate en indicios como leer inclinado, taparse un ojo...
6. Dile que no debe frotarse los ojos con fuerza. Ni con las manos sucias.
7. La nutrición y la hidratación son importantes para el desarrollo visual. No debe faltarle vitamina A (lácteos, vegetales de hoja verde, zanahoria, calabaza, aceites y pescado).